Si bien muchos seguimos apegados al libro en papel, también fueron muchos los que aplaudieron la entrada de los libros electrónicos. Y, es que, a pesar de que la información digital está a la orden del día, en 2016 la cantidad de papel consumida a nivel mundial llegó a superar los 410 millones de toneladas métricas y el volumen de producción de papel y cartón en España se situó en 2017 en los 6,2 millones de toneladas (Statista, 2019).
Pero para valorar cuál de los dos formatos es más sostenible, se deben mirar sus ciclos de vida (conjunto de etapas por las que pasa un producto desde su introducción en el mercado hasta su retirada) y, sobre todo, comparar las cifras de producción, demanda y reciclaje de cada uno de los productos. En resumen, su impacto y su huella ambiental.
El libro en papel
Siempre que se haga un uso eficiente del mismo, el papel tiene un ciclo de vida aceptable. La industria del papel utiliza como materia prima un recurso natural y renovable: la madera. Dicho esto, el papel tiene a su favor que, los bosques y las plantaciones de donde se extrae la madera suelen estar bien gestionados, como es el caso de España, donde se trabaja en plantaciones locales que están continuamente replantándose y regenerándose.
En cuanto a su producción, también tiene un componente industrial y un correspondiente gasto energético cuyo impacto ambiental puede parecer excesivo, no obstante, alrededor de la mitad del consumo de energía de las fábricas europeas de papel proviene de fuentes de energía renovables.
Por otro lado, según apunta Forbes, el reciclaje del papel alcanza cuotas muy elevadas en países como Alemania, España o Francia, donde se recicla aproximadamente el 70 % del papel que se consume. De hecho, según European Paper Recycling Council (EPRC), la tasa europea de reciclaje de papel se sitúa en un 71,5 %. Y si bien aproximadamente el 19 % del papel no se puede reciclar, el objetivo de la industria europea del papel es mantener la tasa de reciclado actual por encima del 70 %, lo que está cumpliendo.
El libro electrónico
En cuanto a los libros electrónicos, si bien su producción puede ayudar en la reducción de la demanda de papel, también genera un problema: las materias primas utilizadas para su fabricación no se reciclan tan fácilmente y hace crecer (todavía más) el volumen de residuos electrónicos.
Cada año, millones de toneladas de aparatos electrónicos como televisores, ordenadores, impresoras, teléfonos móviles, etc., son arrojados a los vertederos o son incinerados, con la correspondiente emisión a la atmósfera de sustancias muy dañinas para el medioambiente y la salud. La determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, es decir, que tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, este se torne obsoleto o no funcional, hace que haya que comprar otro nuevo que lo sustituya. Este hecho, conocido como “obsolescencia programada” se da especialmente en los aparatos electrónicos.
Según un reciente informe conjunto de varias agencias de la ONU, el mundo generó en 2018 más de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos; el equivalente a tirar a la basura 125.000 aviones jumbo o 4500 torres Eiffel y suficientes para cubrir de desperdicios toda la isla de Manhattan. De estos, solo se recicla correctamente el 20 %. Si bien los desechos electrónicos solo representan el 2 % de la basura sólida mundial, también pueden significar hasta el 70 % de los residuos peligrosos que acaban en vertederos. Poniendo la vista en España, según cifras del informe Global E-waste Monitor 2017 realizado por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (IUT) y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA por sus siglas inglés, International Solid Waste Association), se producen 930.000 toneladas de basura electrónica al año, siendo el quinto país de la Unión Europea que produce más residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).
Libro en papel o libro electrónico: ¿quién gana la batalla de la sostenibilidad?
Como he mencionado antes, si tenemos en cuenta la huella ambiental de todo el ciclo de vida del libro en papel y del libro electrónico, estas son las conclusiones que podemos extraer:
- Mientras que la materia prima principal de los libros en papel es renovable y se produce en bosques y plantaciones sostenibles, las materias primas y minerales para producir un libro electrónico generan componentes tóxicos como zinc o arsénico y su extracción implica la destrucción de bosques o, lo que es lo mismo, la deforestación.
- La huella de carbono que genera la impresión de un libro de tapa dura de 300 páginas durante todo su ciclo de vida (desde el árbol hasta el lector) es de 1,2 kilogramos de CO2, lo que equivaldría a 115 búsquedas rápidas en Internet de menos de un minuto de media, o a dos horas en total de consulta digital (ASPAPEL).
- En cuanto a la distribución, los libros electrónicos no solo ahorran espacio frente a los libros en papel, sino que conllevan a una menor emisión de kg de CO2 (ACCIONA).
- En el uso, los libros en papel no necesitan energía para funcionar. Los libros electrónicos gastan energía para la carga y/o cambio de baterías (ACCIONA).
- La tasa de reciclaje del papel (un 70% aprox.) es muy superior a la tasa de reciclaje de los residuos electrónicos (un 20 % aprox.). (ONU).
Por último, según un estudio del Royal Institute of Technology de Suecia, un libro electrónico comienza a compensar a un libro tradicional cuando se han leído mínimo 33 obras digitales de unas 360 páginas.
Y para ti, ¿quién gana la batalla?
Fuente:
https://iresiduo.com/blogs/laura-f-zarza/libros-papel-versus-ebook-cual-es-mas-sostenible
Comentarios
Publicar un comentario